Cansados de ganar torneos, Roger Federer y Rafael Nadal deciden sacar la plata de sus bancos europeos, alertados por los riesgos del Viejo Continente. Juntos suman US$ 124 millones ganados sólo por premios. Como escucharon hablar del “boom” de los países emergentes, preguntan dónde pueden invertir. “Edenor es la mayor distribuidora eléctrica de la Argentina y factura más de US$ 600 millones anuales”, les cuenta un asesor. Los tenistas, si quieren, ya tienen dinero para comprarla. La empresa vale $ 620 millones, o US$ 131 millones al tipo de cambio oficial. Con un dólar a $ 5 para fin de año, como pronostican los financieros, no necesitan pedir prestado. La broma, que circula entre operadores de Bolsa y expertos en valuaciones de empresas, sirve para graficar la desvalorización de las compañías argentinas, al mismo tiempo que muchas de ellas anotan altas ganancias . Los expertos encuentran una acumulación de factores para que compañías con millonarias ventas y rentabilidad elevada valgan poco: imposibilidad de distribuir dividendos, incertidumbre por las regulaciones, fluctuaciones del mercado interno, el rol de la ANSeS y hasta riesgos de una confiscación, como le sucedió a YPF.

La valuación de $ 620 millones de Edenor es la bursátil. Corresponde al precio de sus acciones en la Bolsa porteña. Aunque si alguien quiere comprar esa empresa debe revisar a fondo sus libros – como el resto de las compañías energéticas privatizadas tiene pérdidas por la imposibilidad de subir las tarifas– porque la valuación “técnica” no siempre se corresponde con lo que los dueños de una empresa piden por venderla.

Sin embargo, el método de la valuación por “capitalización de mercado” es el más utilizado cuando se informa sobre empresas. Por ejemplo, cuando se dice que Apple vale más de US$ 625.000 millones se lo hace tomando la cotización de sus acciones en Nueva York.

La caída en los valores de mercado afecta a todos los sectores, desde servicios hasta bancos, productos industriales o alimentos. Cuando las empresas de un país valen “poco” son susceptibles de ser compradas por firmas extranjeras de mayores dimensiones. Sin embargo, ninguno de los especialistas consultados consideró esa situación como posible en el corto plazo. “Los extranjeros ven que las empresas argentinas tienen buenas ganancias, pero en general no son proclives a jugarse en un país donde ven una excesiva intervención del Estado en la compañía”, describen.

El millonario mexicano Carlos Slim es dueño de Claro y un 8,4% de YPF. Si destinara un tercio de su fortuna de US$ 69.000 millones a comprar empresas en la Argentina, se podría alzar con todas las cotizantes en la Bolsa, desde Alto Palermo hasta la misma YPF.

“No puedo explicar por qué Aluar vale menos de lo que ella misma invirtió en la ampliación de su planta”, grafica Claudio Zuchovicki, gerente de desarrollo de la Bolsa. La compañía, que tiene ventas por casi $ 4.800 millones, vale $ 6.050 millones.

“Me cuesta encontrar las razones por las que el Grupo Financiero Galicia con lo que ganó ($ 1.106 millones en 2011) –y encima no pudo repartir dividendos–, pueda comprar un tercio de sus propias acciones ($ 4.500 millones). En realidad, por más que quiera, no puede, porque gran parte de esas acciones las tienen los dueños y la ANSeS (20%)”, agrega.

Molinos, la alimenticia de los Perez Companc, posee 20 plantas y un rol decisivo en el complejo oleaginoso mundial. Sólo con lo que exporta (unos US$ 1.800 millones anuales) supera su valuación, que es de $ 6.250 millones (US$ 1.330 millones al cambio oficial).

Telecom, por ejemplo, factura $ 2.653 millones semestrales sólo por transmisión de datos entre celulares. Con dos años y medio de sus ventas en ese concepto se puede comprar toda la empresa, valuada en $ 12.747 millones. Telecom cruzará los $ 20.000 millones de facturación este año.